La desilusión aparece cuando lo que uno encuentra o descubre «no es lo que había imaginado».
Un postre te desilusiona porque te puede llamar la atención su decoración pero al probarlo su sabor no era «lo que imaginaste». Un regalo puede parecerte poco o feo después de abrir el paquete.
Cuando uno imagina algo, pone en juego las propias esperanzas y cuando esas esperanzas son defraudadas surge «la desilusión».
Cuando uno era adolescente quizás soñaba o imaginaba un determinado futuro y cuando ese futuro vino y se volvió actualidad, era lógico que nos desilusionara, porque nunca el futuro, ni la realidad, ni las personas son o serán como las soñamos o las imaginamos.
Por eso no te asombres de estar desilusionado, solo significa que anteriormente estuviste esperanzado e ilusionado.
Mejor que desilusionarte con la realidad, es sorprenderte con lo inesperado de la vida, que siempre es lo mejor, porque no lo planeaste ni tampoco lo imaginaste y es por eso que no te puede desilusionar sino solo asombrarte y maravillarte.
Déjate sorprender por lo inesperado, por esa persona que no esperabas, por un gesto, por esa mirada, por esa sonrisa que no estaba diseñada ni diagramada para tu rutina ni tu vida cotidiana.
Si la vida todavía te sorprende significa que podrías ser feliz.
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